domingo, 7 de marzo de 2010

Cien años de Soledad 2

Es muy difícil para mi leer un libro en trozas (o, mejor dicho, hablar de un libro así). Por esto, no necesariamente voy a hablar en el blog solamente sobre la sección que leí esta semana- hablo del libro entero hasta la página 312.


Primero, tengo que mencionar la sola escena que recordaba del libro antes de esta semana. Hasta ahora, esta escena era lo que pensaba en cuando alguien me mencionara el libro: la escena de la muerte de José Arcadio Buendía. Hay algo sencillo y impresionante en la imagen de un hombre caminando por salas, cada una pareciendo al otra, hasta un momento en que se encuentra en la sala real- la sala de la vida despertada. El realismo mágico es prominente aquí, y la percepción de la muerte es lo que me interesa. Pienso que es la idea de no volver a la sala correcta en sueño (aunque parece exactamente parecida a la correcta) y no despertar en la sala real (en vida). Hay algo irresistible aquí, y recuerdo que había sentado por un rato largo para pensar sobre lo que he leído. Es un concepto que todavía me hace pensar.


Pero lo que más me interesa de lo que he leído es la guerra. En una obra casi surreal, la guerra toma una perspectiva bastante realista. Otra vez, vemos las cosas volviendo y repitiéndose: por ejemplo, cuando vimos el Coronel Aureliano Buendía cambiando a un monstruo de guerra y Úrsula le dice: “Es lo mismo que habría hecho si hubieras nacido con cola de puerco.” (p. 275) La vergüenza de la familia así no se puede desaparecer aun cuando un niño nazca con todos sus partes humanas. Sin embargo, en fin Aureliano acepta la soledad que viene con la apellido “Buendía” y pasa sus días haciendo sus pescaditos de oro. Es una broma de la vida- vende los pescaditos de oro a ganar oro a hacer más de pescaditos (del mismo oro) solamente a venderlos de nuevo. Lo más básico de la vida (el vender y gastar) es así hecho en algo inútil. Y aun cuando Aureliano acepta la soledad (“-¿Cómo está, coronel? -Aquí, esperando que pase mi entierro”) la guerra sigue. No estoy bien segura de lo que pasó con el recibo y el hombre joven con los baúles de oro, pero las noticias dado a Aureliano y la masacre en la penúltima página me hace pensar que todo no ha sido resuelto.


La última acontecimiento sobre que voy a comentar hoy (hay tantas otras, pero no tengo espacio ni tiempo a decir todo lo que me gustaría) es el cambio de generación que ocurre. Con la muerte de José Arcadio y Arcadio y el olvido de Rebeca, el cuento gira hacia las vidas de Remedios la bella y los gemelos. No sé que quiere decir Gárcia Márquez con la infancia eterna de Rebeca, pero las vidas de los hombres otra vez hace uno pensar en la circularidad del tiempo y la distinción entre lo muerto y lo vivo. El pequeño Aureliano 2o habla con el Malquíades, y José Arcadio 20 pelea con los gallos como José Arcadio Buendía antes de mudarse y fundar Macondo. No me acuerdo de cual niño, pero uno de los dos trata de aprender a hacer los pescaditos de oro pero pierde la paciencia o lo deja.


Hay tantas cosas que no he mencionado sólo por falta de tiempo. Es un libro muy muy complejo, y para mi casi imposible de hablar sobre en unos 500 palabras.

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